Amelia Blanchard
Esa campiña, la que antaño fuera
en la célica aurora mi morada,
hoy luce con sus nardos, estrujada,
se cansó de esperarme ¡larga espera!
¡Horizonte perdido, si volviera!
pero el grácil camino se hizo nada.
Una agreste penumbra, desbocada,
ordenó que mis pasos detuviera.
El capricho del tiempo descamina
de manera inaudita nuestra infancia,
¡al vapor del olvido la desglosa!
Como el alma es un ave peregrina,
quizás vuelva a posarme en la fragancia
de tu nardo estrujado...¡ y de tu rosa!
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